NOTA DEL ANTÓLOGO:

"Esto" forma parte de la TRILOGÍA CANALLA, junto a TERESA DE ÁVILA y SAN JUAN DE LA CRUZ. Advierto que tales compendios resultan tremendamente irregulares entre sí y he allí donde reside parte de su encanto y peculiar perversidad. El prodigio masscult y tercermilenista de la web nos permite esta versión 2.0 El lector puede acceder directamente a cada antología, pulsando sobre el título citado previamente.



lunes, 7 de febrero de 2011

"¿Y a qué se reduce todo cuanto he expresado sobre ti, Dios mío, vida mía, mi santa dulzura?"
(Agustín de Hipona)

domingo, 6 de febrero de 2011

¿QUIÉN SOY YO? HOMBRE SOY, UNO DE TANTOS

"¿Qué eres, pues, Dios mío? ¿Qué eres, vuelvo a preguntarte, sino el Señor Dios? Porque, ¿qué Señor hay fuera del Señor, o qué Dios fuera de nuestro Dios? Excelentísimo, buenísimo, poderosísimo, todopoderosísimo, misericordiosísimo y justísimo, ocultísimo y presentísimo, hermosísimo y fortísimo, estable e inasible, inmutable que todo lo muda, nunca nuevo y nunca viejo, renovador de todas las cosas, llevas a los soberbios a la decrepitud sin que se enteren. Siempre activo y siempre quieto, acaparador sin tener urgencias, portador, colmador y protector; creador, alimentador y perfeccionador; buscador, aunque nada te falta. Amas sin abrasarte, tienes celos y estás tranquilo, te arrepientes y no te pesa, te irritas y no pierdes la calma, cambias tus obras, pero no cambias de plan. Recoges lo que hallas y nunca perdiste; sin estar falto de recursos, te encantan las ganancias, y sin ser jamás avaro, devengas hasta los intereses. Se te da más de lo que pides20 para que te consideres deudor, pero ¿quién tiene algo que no sea tuyo?"
(Agustín de Hipona)

sábado, 5 de febrero de 2011

TORRE DE BABEL

“No se hablaba en toda la tierra sino una lengua, y sucedió que caminando desde la parte oriental hallaron un campo en tierra de Sennaar y habitaron en él, y se dijeron unos a otros: hagamos adobes y los coceremos al fuego, y les sirvió el ladrillo de piedra y el betún de argamasa, y dijeron: vengan, pues, y edifiquemos una ciudad y una torre, cuya cabeza llegue hasta el cielo, y sirva para celebrar nuestro nombre antes de que nos distribuyamos por todo el ámbito de la tierra. Bajó el Señor a ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres, y dijo el Señor: vean aquí que el pueblo es uno, y no usan sino un idioma todos ellos, y han dado ya en este desatino, y no desistirán de lo comenzado hasta que salgan con su intento; vengan, bajemos y confundamos su lengua, de forma que no se entiendan unos a otros. Los esparció, pues, Dios desde allí por toda la tierra y dejaron de edificar la ciudad y la torre; la cual, por este motivo, se llamó Confusión, porque allí confundió Dios la lengua que se hablaba en toda la tierra, y desde allí los derramó Dios por toda ella”.
(Aurelio Agustín)

DESDE FEBRERO 2011